El maravilloso mundo de las cafeterías porteñas

No sé si era por falta de opción o solo de habito, pero en Brasil no solía ir mucho a cafés. En Buenos Aires son casi una religión. Todos van, todos los días, a cualquier hora, solos, con amigos, en familia, a trabajo, en pareja y a veces con la ropa de la noche anterior. Acá hay cola para ingresar a algunas cafeterías en los fines de semana. Si, cola. Para tomar un café carísimo. Y una porción de torta. Parece medio idiota, pero un día me quedé en la cola. Posta.
Tras dos años y medio viviendo en Buenos Aires creo que ya fui a más cafés que en los casi diez que viví en Balneário Camboriú y Florianópolis. Cafés de todos los tipos. De los que son famosos por su pastelería francesa hasta los que sirven medialunas horneadas hace tres días. Y ya tengo un lista con mis preferidos.

Pani. Arrancamos con el favorito. Acá fue donde me quedé en la cola, porque sabía que valdría la pena. Pani está bien en cualquier momento, a cualquier hora, su menú es enorme, lo que nos hace difícil elegir qué comer. Es también de los más caros, aunque, como dije arriba, vale la pena cada centavo. En el caso de las tortas hay una buena justificativa para el alto valor: es imposible comer una porción sin compartirla. A menos que no te hayas comido nada todo el día, que tengas una increíble resistencia al azúcar y mucho tiempo disponible. Si no, dos personas comen tranquilamente. Lo que también tiene una gran influencia en el precio es el ambiente, pagás por la experiencia de estar allí. Hay sucursales en Palermo, microcentro y Recoleta.

Susisú. Una casita de muñecas en Belgrano. El lugar es chiquito, no tiene muchas mesas adentro, pero el menú es bastante variado, hay opciones específicas para brunch, almuerzo y desayuno, además de las tortas y facturas para comer a cualquier hora del día. Solo estuve ahí una vez, cuando comí una porción de brownie con dulce de leche y merengue, pero prometí volver.

Maru Botana. Porciones gigantes de algunas de las mejores tordas que he comido en mi vida. Esto lo resume. Maru Botana es una chef súper mediática en Argentina y los cafés que llevan su nombre están casi todos por la zona de Belgrano. Las dos primeras veces que comí las tortas de Maru fue "take away", así que hasta la semana pasada nunca me había sentado ahí para tomar un cafecito. El ambiente es medio sin gracia, entonces lo mejor de hecho es comprar una porción de torta y llevársela a casa, ya que el precio es bastante justo por su tamaño y calidad. Una porción comen dos, sufriendo para lograr terminarla.

Muu Lechería. Aunque no tenga un clima muy personal, me encanta ese lugar. Hay algunas sucursales de Muu Lechería por la ciudad, pero voy siempre a la misma, en Belgrano. El ambiente es enorme, hay muchas mesas y la decoración super fifties en tonos pálidos, y esa es una de las razones por las cuales me gusta el lugar. En el menú lo principal son los waffles, donnuts, muffins, banana split, milkshake, sándwiches, esa comida típica de los diners americanos.

Ninina. Tuve suerte cuando fui a Ninina. Queda justo en el medio de Palermo Soho, y en la movida intensa de un sábado a la tarde quedaban solo dos mesas. Nos sentamos y en menos de cinco minutos ya se ocupó la ultima y empezó a formarse una cola en la puerta. Yo pedí un brownie simple y un latte que me gustaron mucho. El precio es normal, pero no sé exactamente cómo son las porciones de torta, ya que el brownie y el pain au chocolatte que pidió el otro lado de la mesa eran chiquitos, pero suficientes.

Nucha. Casi entra en la categoría de lugares que no me interesan mucho, que son los cafés con muchas sucursales, pero Nucha es distinto por su menú muy amplio y variado y por la comida que es muy muy rica. Ya estuve en Nucha para el desayuno, merienda y brunch y jamás me decepcioné. Lo mejor son los sándwiches.

Oui Oui. Antes de finalmente lograr entrar a Oui Oui hice dos intentos frustrados, uno en la versión "normal" y otro en la versión "almacén". La primera vez había mucha cola y la segunda llegamos una hora antes de cerrar (según el aviso en la puerta) y no nos dejaron entrar porque ya estaban cerrando. Ya tenía las bolas llenas de ese lugar, pero quería ir igual para al menos poder tachar de la lista. Hasta que un domingo finalmente pude ir a "Oui Oui Almacén". Me comí una muy rica tartita de dulce de leche con nueces y un te, que vino con la hierba suelta en la tetera, lo que me pareció muy bien. Mas allá de que me haya gustado todo, para mi el valor no compensó.

Nenhum comentário:

Postar um comentário