Sobre amar la música y odiar los recitales

Cuando escuché a Steven Wilson decir en una entrevista que no le gusta ir a recitales, sentí su abrazo caliente. Trato de poner la culpa en todo para no ir a ver a bandas que me gustarían ver: en el público hinchapelotas (que es aún más hinchapelotas en Argentina), en el precio, en la fecha, en el lugar, en el clima. Me perdí Arcade Fire porque era la única banda que quería ver en un festival carísimo, me perdí Phoenix porque justo en ese fin de semana mis papás estuvieron acá, me perdí Queens of the Stone Age por miedo de morirme pisoteada. En general no es algo que me quedo pensando mucho. No fui y listo.
Todo el proceso de ir a un recital me parece una reverenda tortura. Desde el momento en que abren las ventas y tenés que ser muy rápido porque las entrada pueden agotarse en pocas horas. Te quedás ahí en la "fila virtual" (la primera de tantas) y podés o no tener éxito en tu compra. Si lo conseguís, tenés que ir a buscar la entrada, y dependiendo del día y del lugar, ahí vas a encontrar la segunda fila.
Pero ni se compara a la fila para entrar en el recital, seis meses después. Y a partir de ahí, bueno... recién vas a parar de sufrir en unos dos días. Si conseguís un lugar delante de todo porque llegaste re temprano, alguien que llegó diez minutos antes del recital arrancar te lo va a robar. O sino te van a patear, empujar, tirar cerveza en tu cabeza hasta que tu paciencia se agote y te vayas al fondo, donde es más tranquilo, aunque no puedas ver nada. Allí solo escuchás al recital que pagaste un 20% de tu sueldo para ver.
Y la gente va pasando "permiso, permiso" con dos vasos de Quilmes en las manos, porque es más barato comprar dos a la vez. Como son idiotas de cualquier manera, no les importa tener que tomar el segundo vaso con cerveza caliente por la mitad (porque la otra parte se derramó mientras intentaban caminar en el medio del público).
Como no he ido a muchos recitales, ni en Brasil ni en Argentina, aprendí con la gente de acá que "es así". Recital grande es así. Vas para sufrir y es normal que no veas la banda en el escenario por más de 15 minutos (en el total). "Es así", dicen. Te empujan de una extremidad a la otra, te patean, te mojan con cerveza, te roban el celular, te tironean el pelo y la ropa. Al otro día tenés moretones, dolores musculares y una remera que ahora solo sirve para dormir.
Tiene sentido amar la música y odiar los recitales.

PS. Este texto fue escrito mientras me recupero de los dolores del recital de LCD Soundsystem, que sacando la parte mala, estuvo increíble.
PS 2. Ya sé que es todo muy irónico, pero el próximo recital a que voy a ir es justamente el de Steven Wilson.

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